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Foto del escritorAndres C. Ríos

Dr. Juan Gonzalo Sánchez, la vocación de nuestros profesionales

Nuestros profesionales están llenos de historias y de experiencias que la oftalmología les ha regalado. Hoy te contamos un poco más sobre el doctor Juan Gonzalo Sánchez.

El doctor Sánchez es oftalmólogo especialista en retina. Actualmente es el presidente de la Asociación Colombiana de Retina y Vítreo. Fue el primer egresado de su colegio en estudiar medicina en el CES. En 1995 realizó su año rural en Acacías, Meta, un lugar que, según el doctor Sánchez, «le cambia a uno la vida». Luego trabajó como médico general en el municipio de Envigado manejando un centro de salud. Después inició su especialización de oftalmología también en la Universidad CES y al cabo de tres años se vinculó a la institución como docente. Aquí sus compañeros de posgrado se convirtieron en sus alumnos y esto fue una transformación muy grata de ver para él.

¿Por qué decidió ser oftalmólogo?

Yo he sido muy deportista toda la vida. Lo que quise estudiar cuando salí del colegio fue ortopedia, pero en sí en mi vida noté una habilidad que tenía con las manos y las cosas que hacía. Mi compañero y amigo Mauricio Jaramillo me invitó a una cirugía oftalmológica y me enamoré. Entonces ahí dije «bueno, por aquí es, esto es lo que quiero, me puede gustar y puedo desarrollar mis habilidades». Ya sí cuando entré me enamoré de esta vaina y aquí estoy y seguiré. Si volviera a nacer, lo volvería a hacer. No haría otra cosa diferente.

Cuando uno es oftalmólogo uno sueña que todo lo puede llegar a resolver. Me acuerdo muy bien cuando estaba haciendo una cirugía de cataratas y tuve una complicación. Como oftalmólogo uno no está preparado para ese tipo de situaciones, se les llama complicaciones de vítreo o segmento posterior. Así supe que no estaba listo y decidí hacer mi subespecialización en retina. Fue muy difícil porque en Colombia el único sitio con esta subespecialización no estaba disponible, que era Cali. En 2006, gracias al doctor Fernando Arévalo, me fui a Venezuela a hacer dos años de retina. Este hombre me cambió la vida, no solo me enseñó retina, sino que no hay límites en la vida, que los límites los coloca uno mismo.

Un año después ingresé a la Clínica Clofán y me dieron la mano, ellos también necesitaban el servicio. En esa época éramos pocos retinólogos y por eso yo creo que es uno de los mayores amores por esta clínica, que  uno da casi que la vida por ellos y sigue adelante con las dificultades que hayan tenido o tengan hasta el momento. Llevo 12 años acá.

En compañía la doctora Claudia Acosta, formamos el Instituto Nacional de Investigación, que es un hijo también de Clofán y hacemos la parte investigativa de nuestra clínica.

¿Qué recuerdos gratificantes tiene de su carrera como oftalmólogo?

Todos los días hay experiencias nuevas y hay días muy difíciles. Como me enseñó mi profesor Fernando Arévalo, hay que aprender a frustrarse. Nosotros tratamos pacientes muy enfermos y hay días en que las cosas no salen como uno quiere y los pacientes no mejoran de la manera esperada. No somos dioses y, aunque tratamos de controlar muchas cosas, no todo se puede.

Cada día que vemos a una persona con la visión afectada y luego sale mejor, pudiéndose desplazar por sí misma y tener una vida independiente es uno de los mayores logros que lo hacen seguir a uno adelante en esto. Los mismos pacientes te incitan a seguir luchando, investigando, estudiando y trabajando.

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